Croissants de chocolate
Los ingredientes secretos del cine

Enamorándome de mi ex es una comedia romántica de Nancy Meyers, protagonizada por Maryl Streep, Alec Baldwin y Steve Martin. Quienes se ven envueltos en un triángulo amoroso enredado y complejo. Estrenada en el 2009, este filme, trata sobre una aventura romántica entre dos ex esposos quienes descubren una nueva vida, a través de su romance. El cual involucra a Jane (Maryl Streep) y Jake Adler (Alec Baldwin), quienes, sin darse cuenta, retoman el pasado, para recuperar el tiempo perdido.
Jane, es una repostera, quien ha formado un hogar en su cafetería, donde sirve sus postres. Ella es independiente, cálida, hogareña y mesurada, aunque apasionada dentro de la cocina y el amor. La señora Adler, se encuentra y reinventa en sus platillos. Además de que son su medio para expresar sus sentimientos y emociones hacía otras personas.
Ya sea para sus amigas, pareja o familia, siempre tiene algún postre donde entrega más que sabor. Sin embargo, cuando conoce a Adam (Steve Martin) se descubre más allá de la pastelería. Cuando empiezan a salir y se enfrentan el uno al otro en sus versiones más auténticas. Recordándonos que las segundas oportunidades son parte de la vida.
Es durante su primera cita, después de una fiesta, que ellos dos se vuelven uno. No me mal entiendan, en este momento específico, presenciamos un verdadero momento de intimidad, pero es hasta después cuando realmente conectan el uno con el otro. Al terminar dicho evento, Jane lleva a Adam a su cafetería y le propone hornearle el pan que él elija. Éste, se decide por el croissant de chocolate. Corte A, ellos se encuentran en la cocina del restaurante, cocinando juntos.
“La amasé para ti.” Reclama Jane, mientras su pareja la observa detenidamente siendo ella. Sus manos se encuentran mientras toman el chocolate que irá dentro del bizcocho y ríen. Posteriormente, los hornean y comparten una cena muy especial. El encuadre se vuelve personal y cálido, el diálogo honesto y finalmente, se entregan en un beso.
A primera instancia, la cámara captura el momento, pero son los actores quienes lo inmortalizan. En el momento que su interacción se vuelve tan personal, compartiendo el tacto, que solo la repostería permite. Ya que los ingredientes secretos de esta escena, van más allá de ángulos y harina. Pues ésta permite esa intimidad de la que hablo.
Mientras que el cine, aunque no podamos tocarlo como película. Nos acerca a nosotros mismos y nuestros seres queridos. Como en el ejemplo anterior, donde una simple cita, refleja la historia de todos en un momento específico de nuestras vidas. Logrando un contacto más profundo que un roce de manos al calor de la noche. Nos permite, junto a la repostería, tocar nuestros anhelos.
Concluyendo, que las segundas oportunidades en la vida y el paladar, son tan únicas como el primer contacto. Ya sea una mano entrelazada a otra, un roce mientras se acercan dos personas al preparar una tarta para quienes quieren. o mientras disfrutas de una película al lado de tu pareja. El tacto, es sustancial e importante para reconocernos fuera y dentro de la pantalla.
Por Ariadna Carrillo Arellano