La cosa nostra, los cannolis
Los ingredientes secretos del cine

Para 1972 Francis Ford Coppola estaría a punto de cambiar el mundo cinematográfico como lo conocemos. Al estrenar la primera entrega de su filme El padrino (estelarizada por Marlon Brando, Al Pacino y James Caan) revolucionó el cine de gangsters hasta el día de hoy. Narrando la historia de la familia Corleone, quienes encabezaban a la mafia italiana en Estados Unidos durante 1945.
Basada en la obra literaria homónima de Mario Puzo causó polémica y reverencias, pues su alto contenido violento no era para todos. No obstante, además de una escena donde aparece la cabeza real de un caballo muerto, hay otra secuencia, la cual dejó a todos con un sabor de boca agridulce. Por supuesto, me refiero a la venganza de Clemenza a su jefe Vito Corleone. En la cual el mafioso sale de casa con un encargo especial por parte de su señora.
Esta misión es tan importante o más que la venganza, se trata de regresar a casa con unos cannolis. Un postre originario de Sicilia, Italia traído a la isla durante la dominación árabe en el año 1000 d.C. que consta de una fritura tubular rellena de queso ricotta con sabor a limón, vainilla o chocolate. Muy tradicional en Estados Unidos, al llegar las familias inmigrantes de la misma península.
Volviendo al gran momento, Clemenza se encamina con un colega y el traidor que debe pagar su deslealtad. Para ello paran en la carretera, el personaje de Richard S. Castellano baja a hacer sus necesidades, mientras que su compañero balea al judas en el auto. Cuando terminan su mandado, Clemenza le dice: “No olvides los cannolis.” Culminando con un escalofrío y sarcasmo, pero dejando un claro mensaje: la familia es primero.
La herencia de tradiciones es una de las funciones principales de la familia. Cosa que la repostería y el cine tienen en común. Ambos se encargan de suceder sus costumbres por medio de la cocina o a través de la cámara. Así como en El padrino las mañas o la lealtad se traen en las venas, o los cannolis que pasan de generación en generación evolucionando, pero manteniendo su originalidad.
Por otra parte, el cineasta Francis Ford Coppola no solo dejó su legado en sus películas, sino que su hija la aclamada Sofia Coppola siguió sus pasos. Trayendo a la mesa grandes cintas como Perdidos en Tokyo, Las vírgenes suicidas y María Antonieta, por mencionar algunas. Manteniendo a los Coppola en la cúspide del cine.
Concluyendo que el reflejo cultural de una comunidad se saborea en la cocina y se proyecta en pantalla. Logrando escribir la historia de su herencia de forma poco común. Sin importar cuántos años pasen, se mantienen vigentes en la memoria sensorial de la Cosa Nostra. Todo se queda en familia.
Por Ariadna Carrillo Arellano