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La magia de la calabaza: Jack o'lantern & receta

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El día de hoy les comparto la última entrada dedicada a Halloween y Día de muertos, para dar paso a la navidad. Así que no se pierdan las próximas entradas, pues nos empezaremos a empapar del espíritu navideño para llegar al 24 con toda la energía. Pues bien, el artículo de hoy está dedicado a la calabaza. 

Sé que he hablado mucho de ella, pero el día de hoy les compartiré la historia de las Jack-o-lanterns y al final una receta para hacer muffins con ella. Pues las calabazas todavía abundan en los tianguis y tiendas de supermercado, así que aprovechemos todos esos sobrantes para preparar algo rico. 

La calabaza es originaria de América, específicamente el territorio mexicano. Pues los pueblos nómadas descubrieron que era fácil cosecharlas y existen evidencias de su presencia en la alimentación de los pueblos mesoamericanos desde el 5200 a.C. en Tehuacán, Puebla. Pero fue hasta el siglo XVI cuando se esparció por todo el mundo. 

Si la calabaza nació en América, entonces no podemos decir que la tradición de las calabazas talladas y velas en su interior vino de los ingleses. Pues sí y no. Sí porque al final sí se volvieron tradición gracias a sus leyendas, y no, porque en un inicio eran nabos los que se usaban. Los nabos se daban y se dan bien en Reino Unido, así que eran de fácil acceso. 

Pues bien, se dice que las Jack-o-lanterns tienen orígenes celtas. Que los pueblos los usaban para ahuyentar a sus enemigos. Tallaban los nabos asemejando cabezas humanas. Las vaciaban y ponían un carbón ardiendo en su interior y así las colgaban en las fronteras de sus pueblos. Era una forma de decir “mira lo que te puede pasar si decides atacarnos”. Después, comenzó a utilizarse para ahuyentar espíritus y fantasmas. Pero ¿por qué se llaman Jack-o-lanterns?

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Su nombre se originó por el gran parecido que tiene con los fuegos fatuos (ignis fatuus). Se le llama así a las pequeñas llamas que flotan a unos centímetros del suelo. Suelen verse en pantanos o cementerios, pues son causados por la inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción. 

A estas llamas se les llamaba will-o-wisp o Jack-o-lanterns y se creía que aparecían por la magia de las hadas, espíritus u otras entidades mágicas. Puesto que los nabos llevaban carbón a dentro, en la noche sólo se veía con una llama flotando, de ahí que se les llame igual que a los fuegos fatuos. 

Tiempo después la ficción literaria hizo el resto, pues en Irlanda nació la leyenda de Jack el tacaño o Stinky Jack. Su cuento se publicó en 1836 en el Dublin Penny Journal y dice la leyenda que un borracho muy astuto y muy tacaño llamado Jack jugó con el diablo. Pues era tal su fama que el mismo diablo tuvo que comprobar su astucia. Lo visitó una noche y le dijo que había ido a llevarse su alma al infierno. 

Jack le dijo que le concediera tomar un último trago antes de llevárselo y así los dos se encaminaron al bar. Cuando llegó el momento de pagar Jack le dijo al Diablo, que se había disfrazado de hombre para acompañarlo, que no llevaba dinero. Así que le pidió que se transformara en una moneda para poder pagar y que regresara a su forma original cuando no se diera cuenta el tabernero. 

Así lo hizo el Diablo, pero Jack lo engañó y en lugar de pagar con esa moneda, la guardó en su bolsillo donde llevaba un crucifijo. Evitando así que el Diablo volviera a su forma original. Si quería ser libre, entonces tenía que concederle diez años más de vida a Jack. Humillado, el Diablo aceptó, pero se vengaría después de que venciera el plazo. Así regresó el Diablo pasado el tiempo y de nuevo fue engañado por Jack. 

Está vez Jack pidió como último deseo comer una manzana. El Diablo lo acompañó a un manzano cercano y subió a éste por petición de Jack. Una vez arriba Jack lanzó crucifijos a sus pies. Atrapado, al Diablo no le quedó más remedio que aceptar la nueva exigencia de Jack. Éste pidió que nunca se llevará su alma al infierno. El Diablo aceptó y nunca más volvió por Jack. 

Sin embargo, Jack, siendo un simple mortal, murió por su exceso de ingesta de alcohol y cuando le tocó ser juzgado, Dios le negó la entrada al cielo. Así que Jack se dirigió al Infierno, pero el Diablo le dijo que no podía entrar, pues había prometido no llevarse su alma al infierno nunca. El Diablo le dijo que por engañarlo su castigo sería vagar por el mundo sin poder entrar ni al Cielo ni al Infierno por toda la eternidad y procedió a darle una linterna hecha de un nabo. En su interior ardía una llama eterna que alumbrará su camino por siempre. 

Así fue que los irlandeses comenzaron a poner las Jack-o-lanterns en las puertas de sus casas. Pues, como ya te contamos en nuestra entrada de Samhain los celtas creían que los espíritus malignos venían cuando el velo se adelgazaba. Está creencia se pasó de generación en generación hasta la actualidad. Así que los irlandeses utilizaron estas linternas de nabo talladas con caras humanas para protegerse de los espíritus. Pues si Jack había podido engañar al mismísimo Diablo, ellos podrían engañar y ahuyentar a los espíritus. 

Cuando los irlandeses llegaron a EUA se llevaron consigo está tradición y allí se mezcló con otra. En 1820 se publicó La leyenda de Sleepy Hollow de Washington Irving. Aquí se cuenta la leyenda del jinete sin cabeza. Un guerrero que cabalga por las noches buscando su cabeza, y usa una calabaza en lo que la encuentra. 

Gracias a está leyenda los niños comenzaron a quitar el relleno de las calabazas y hacerle hoyos a la altura de sus ojos para usarlas como cabezas. Así que a partir de ese momento los nabos se convirtieron en calabaza y las Jack-o-lanterns nunca fueron las mismas. Ahora que ya conoces la mágica historia de las calabazas y cómo la literatura influenció en su camino es hora de la receta. Si te sobró calabaza de tu altar o te gusta tanto que compraste más, no importa. Prueba está receta y dale otra presentación a la calabaza.

Muffins de calabaza

INGREDIENTES

  • 200g (1tz) azúcar refinada 
  • 105g (½ tz) azúcar mascabada 
  • 227g (1 ¾ tz) harina 
  • 2g (⅛ cdta) sal
  • 3g (1 cdta) royal
  • 1 pizca de jengibre molido 
  • 1 pizca de canela molida 
  • 1 pizca de nuez moscada molida  
  • 1 pizca de clavo molido 
  • 100g (2 pz) huevo 
  • 425g (2 tz) de puré de calabaza
  • 5g (1 cdta) de esencia de vainilla 
  • 107g (½ tz) de aceite

PROCESO

  • En un bowl mezcla los ingredientes secos (harina, azúcar refinada, azúcar mascabada, sal, royal, jengibre, canela, nuez moscada, clavo) 
  • En otro bowl mezcla los ingredientes líquidos (puré de calabaza, vainilla, aceite, huevo). 
  • agrega los líquidos a los secos y revuelve sólo hasta incorporar. 
  • Pon capacillos en una charola para muffins y rellénalos con la mezcla. Sólo llena ¾ de su capacidad para que esponjen y tengas ese domo que tanto nos gusta.  
  • Hornea en horno precalentado a 180°c de 25-30 min. Para saber si están bien cocidos pincha con un tenedor o palillo y este debe salir limpio, también puedes aplastar ligeramente el domo del muffin y esté debe regresar a su forma original sin problema y rápidamente. 
  • Para que te duren más tiempo frescos, deja que se enfríen y guárdalos en un topper en el refri. Puedes calentarlos en el microondas cuando los vayas a comer. 
  • Si no tienes capacillos puedes improvisar unos con papel encerado o engrasar un molde de panqué y hornear un panqué en lugar de muffins.

Hasta pronto,

les deseo muchos momentos dulces.

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